Wednesday, November 22, 2006

Dark Fantasy

César pudo haber sido el cantante principal de cualquier quinteto de adolescentes con play back y muchachitas en uniforme escolar conociendo los límites de las hormonas al mirar las carátulas de sus discos: un rostro de facciones que rozan lo pueril, ojos melancólicos y piel blanca de la más cálida adolescencia, aunque con ciertos esbozos de demacración y de tristeza.
Las manos delicadas y suaves, casi infantiles… aunque sus largas uñas y estilizadas muñequeras, el cabello largo a media espalda y la voz tersa que no eleva más allá de lo estrictamente necesario rompen el cuadro.
César David Aranda y Garza se prepara para abrir su local en el mercado Fundadores, justo en el área oscura, la de los rockeros y al levantar la cortina de acero no son discos ni fayuca lo que se despliega, sino ropa.
Ante todo resalta el color negro, los viniles, la piel, los múltiples herrajes y accesorios de lo más inverosímil: corsetería que uno se imaginaría en la más oscura película de Tim Burton o en espectáculos de sadomasoquismo con cierta dosis de elegancia y (por supuesto) sobre el cuerpecito delgado, cálido y suplicante del más oscuro objeto del deseo.
Sí, el jovencito de 19 años es todo un darketo, o más bien dicho, todo un gótico.
“El concepto gótico es un movimiento cultural que va en contra de la violencia”, aclara sobre su gente y resalta un concepto básico: el crecimiento intelectual. Cultos y leídos todos ellos, asegura el entrevistado.

Explícame la diferencia entre vampiros, darketos y góticos…
El dark es una manera despectiva de decirle a un gótico, es como a un colombiano decirle cholo, es despectivo; el vampirismo es un subgénero del gótico, pero es más con las tendencias de recrear la época donde supuestamente existieron los vampiros.

Ahora, explícame la indumentaria…
En la indumentaria tratamos de recrear mucho el período victoriano: corsettes, gabardinas, sacos, sombreros de copa; ahora, también existe el gótico industrial, que son el látex, el charol, los picos todo eso, recreando un poco de los 60’s cuando estaba muy de moda el punk. Mucha gente nos dice que nos vestimos así porque queremos que nos vean, y desgraciadamente no es así, si nos vestimos de esta manera es porque así nos sentimos cómodos, nunca hacemos nada para que la gente nos vea, nos vestimos como nos vestimos porque nos gusta vestirnos así.

Hablas de la no violencia…
La no violencia es muy importante. Es muy cruel ver cómo a nosotros llega la gente y nos empuja, y cómo nos gritan. Yo simplemente digo que si no te estoy faltando al respeto a ti, ¿por qué tú me faltas el respeto a mí? Yo te estoy pidiendo respeto porque yo te estoy dando un respeto: yo respeto tu forma de pensar, yo respeto cómo te vistes, ¿por qué no me respetas a mí si yo no te estoy haciendo nada malo? Si te duele ver cómo soy primero ve cómo eres tú, ve qué estás haciendo tú mal.

Ser gótico implica una serie de afirmaciones: la ropa negra, el cabello largo, los accesorios, ¿no sería más fácil simplemente pasar desapercibido como una persona que se viste como el promedio?
El negro no es un color, el negro es una ausencia de color, el negro es una ausencia de algo, el que se viste de negro es porque algo le falta, como cuando estás de luto: estás de negro porque te falta alguien que quieres. Sería muy fácil para mí vestirme con pantalón de mezclilla azul y una camiseta ‘fresa’ para que la gente no me diga nada, pero qué gacho sería andar haciendo lo que los demás hacen para poder ser, nunca podrías ser tú mismo (…), somos gente muy diferente y sinceramente yo me considero de un nivel cultural mucho más amplio que el de quienes se van de antro a bailar reaggeton todos los días.

Hablas del significado del color negro, de la ausencia, ¿cuál es esa ausencia para el gótico?
Eso es bien personal, depende de cada uno. A mi me han faltado muchas cosas desde que era niño, hay gente que le ha faltado familia, gente que ha sido maltratada, víctimas de pedofilia que hay bastantes. Cuando ellos se empiezan a vestir de negro casi siempre se identifica con la depresión, porque para un gótico la depresión no es un estado de ánimo, es un estilo de vida. Simplemente yo me visto de negro por ejemplo, porque a mí me faltan mis dos mejores amigas que desgraciadamente fueron atropelladas, me falta familia, me faltó mucha niñez que vivir, y cada gótico tiene una historia de por qué es así, de por qué entró a esto.

¿Qué piensas de la gente que se refiere a ustedes como satánicos, marihuanas y maricones?
Es muy gracioso, sinceramente me da mucha pena.

Thursday, November 16, 2006

El Sup en Linares

Aquellos discursos poéticos que en sus tiempos de gloria pronunciaba frente a la prensa nacional e internacional no llegaron a la comunidad linarense.

Podrían haber sido agentes del Estado Mayor Presidencial pero el cabello largo, las camisetas negras deslavadas, la barba crecida y la cara de hippies en busca del hongo sagrado los descartaba por completo; los federales estaban ocultos afuera.
Los tres sujetos que no pasaban de los 25 años montaban guardia como una especie de groovy y militante Cisen afuera del jacal donde el hombre del pasamontañas se encontraba haciendo lo que un guerrillero con 13 años de carrera pública debe hacer en sus momentos de privacidad, alejado de los discursos y los micrófonos, lo cual equivale a como diría Quentin Tarantino en su obra “Kill Bill”: un simple y llano quién sabe.
Marcos se había encerrado ahí tras permanecer más de dos horas sentado sobre una improvisada tarima de blocks hablando igual sobre indígenas, sobre un despojo de predios a campesinos linarenses, la historia del movimiento zapatista y la importancia de los movimientos sociales organizados y unidos en un objetivo común, ya sea mediante las armas o mediante las instituciones legales, aunque reconoció que en su caso usar las armas le valió “prejuicios”.
La oscuridad había caído sobre aquella casa en el ejido Río Verde, a unos minutos de la cabecera de Linares, donde Marcos llegó encabezando su Otra Campaña y durante horas se habían sumido en una sucesión de denuncias de vecinas acerca de acciones del gobierno municipal y estatal.
Y el guerrillero con sus seis pulseras, su deslavada boina y el aroma dulce del tabaco emanando de su pipa, los escuchaba con una actitud más cercana al de un asesor jurídico comunal que al de un guerrillero venido de la sierra.
Aquellos discursos poéticos que en sus tiempos de gloria Marcos pronunciaba en los micrófonos frente a la prensa nacional e internacional no llegaron a Río Verde, y se centró más en acciones concretas, específicas, para las 300 personas que escuchaban.
“Aquí no necesitan tomar las armas”, les dijo a la gente, en su mayoría mujeres, que atendían su discurso escuchándolo con un gesto esperanzado como quien escucha a un Mesías.
Pero el subcomandante Marcos se resistía a serlo, al menos a mencionarse como tal, y enfocaba su discurso hacia la organización civil, a la resistencia por medios pacíficos y legales, incluso institucionales.
“Nosotros no estamos proponiendo que vengamos a mandar aquí los zapatistas, no; que la misma gente de Río Verde, los ejidatarios, son los que mandan, y el gobierno tiene que obedecer, eso es lo que cambia”.
Por un momento había dejado aquel carácter inalcanzable o de uso exclusivo que le dieron sus colaboradores norteños a su llegada, cuando únicamente los “iniciados” o miembros de esa especie de club que se llama izquierda apartidista tenían acceso al señor de las montañas chiapanecas, el simpático guerrillero de Los Altos.
Sin embargo, el carácter intimidatorio hacia aquellos que pudieran ser enemigos no se detuvo, y aquellos jóvenes de cabello largo, barba y las jóvenes rubias con huaraches y faldas de manta –al mejor fashion de la izquierda –fotografiaban y tomaban video de cuanto periodista, camarógrafo y fotógrafo llegaba al lugar, con una discreción que dejaba mucho qué desear.
Para quienes no portaban la marca de la izquierda, todos los gatos eran pardos y cuando terminó la serie de discursos invitaron a todos a la fiesta.
El micrófono se apagó y comenzó la música.
El llamado a la conciencia social fue sustituido por “Chiquilla” de los Kumbia All Starz, y el alimento de la ideología dejó espacio para una barbacoa de pozo que linarenses y ciudadanos del mundo comieron por igual.
Marcos permanecía encerrado resguardado por sus cinco centinelas, una manera determinante de administrar la imagen del hombre y mostrar sólo lo indispensable, así como los ojos asomándose por el pasamontañas.

Tuesday, November 14, 2006

Historia de la invisibilidad

La historia es la de una jovencita de 19 años. Su nombre pudiera ser cualquiera, así como su contexto, quizá lo único importante al caso es que vive en Monterrey, es hija de familia y comparte techo con sus padres y un hermano. También –por cierto– es lesbiana.
Su anécdota comienza con un descuido al salir de su cuarto para tomar un baño; sobre su cama, la joven deja olvidado un libro cuyo título no deja lugar a dudas sobre el tema que trataba: “Papá, Mamá, soy gay”.
Fue su hermano quien tuvo la suerte de encontrarlo y quien tomó la decisión de contarle a su madre, y de ahí fue donde vino toda la cadena de sucesos: la llamada al padre a su trabajo, la plática padre – hija, y por supuesto, la pregunta.
“Hija, ¿tienes algún problema sobre tu orientación sexual”.
Pero el alboroto ya había estallado y la presión estaba ahí. “No, papá”, respondió ella.
Entonces el abrazo paternal, el primero que recibía en su vida. “Qué bueno, porque te puedo decir que con todos mis años no conozco un solo gay que sea feliz”.
Luego el psicólogo, la terapia, los intentos por “curar” a la pobre enferma desdichada que de un modo u otro tenía que aliviarse del terrible mal que la aquejaba y que desde niña le hacía sentir un impulso hacia las personas de su mismo sexo.
Otra joven igual hace años le confesó a su madre ser gay. La mujer llevó a su hija a la iglesia y la obligó a hincarse frente a una figura religiosa: “Anda, prométele a la Virgen que ya te vas a portar bien”, dijo la madre entre imperativa y acongojada.
El tema de fondo en la situación es el mismo que en otros casos, y que marca una diferencia con la circunstancia de un hombre atraído por los de su sexo.
“Es el silencio”, dice Mariaurora Mota Bravo, presidenta de la organización civil Género, Ética y Sexualidad, “el silencio y la ignorancia; nadie sabe de su sufrimiento, el aislamiento es muy tortuoso, silenciar tu vida tiene una implicación enorme en la salud mental de la gente”.
La activista de los derechos de los gays se refiere al tipo de violencia que reciben las mujeres por sus preferencias no heterosexuales y que a diferencia de la que reciben los hombres, no se aboca tanto al maltrato físico, a la homofobia manifiesta mediante golpes y humillaciones verbales, sino a la violencia que surge de la invisibilidad, el aislamiento y la aceptación aun menor a la que sufren los homosexuales hombres.
La violencia y el rechazo son psicológicos.
“De las mujeres, el mayor problema es la invisibilidad, a nosotros como organizaciones nos cuesta mucho encontrarlas, sin embargo sabemos que hay muchas, pero muchas de las mujeres están, digamos, en el clóset”, apunta Mota.
Según estándares internacionales y estudios en México, aproximadamente un cinco por ciento de la población femenina presentan preferencias lésbicas. En el caso de Nuevo León, este dato implica que de los alrededor de dos millones 108 mil mujeres que lo habitan, 105 mil 500 son lesbianas.
Se estima que el diez por ciento del total de la población mexicana es homosexual, ya incluyendo hombres y mujeres.
Sin embargo, esta cantidad no impacta en la visibilidad de estas mujeres, pues según Mariaurora Mota, lo factores culturales son aún más determinantes con esta fracción de las minorías sexuales.
“La gente cree que no existimos”, dice Virginia Ponce, presidenta del organismo civil LES, “la gente cree que no existimos, pero es increíble la cantidad de gente que te puedes llegar a encontrar y que no representan toda la población lésbica, esa es la población que sale, es inmensa la población que no sale, la que está en el Chat ahorita, es inmensa”.
Durante el fin de semana, GESS Y LES coordinaron el primer Encuentro de Mujeres Lesbianas y Bisexuales, donde se realizaron talleres, conferencias y ejercicios para la autoaceptación, un mayor conocimiento y encuentro, pues todo ello siguen siendo limitantes importantes para este sector social.
En estos casos, el problema no sólo se limita a la población en general, sino al mismo movimiento gay donde las mujeres quedan fuera de la escena, pues quienes dan imagen pública a las marchas, a las conferencias, a los eventos en general, son los trasvestis, las “drag queens”, los afeminamientos extremos, los hombres al fin.
La salida que ambas activistas ven es la aceptación, la decisión de luchar por los derechos y sobre todo, romper con la invisibilidad y la culpa que las condena.
“En una mujer es más difícil, mucho más difícil”, sentencia Virginia Ponce.

Milenio, 13 de noviembre

Saturday, November 11, 2006

The Ensaladator

El Gobernador de California acude a Cintermex a un evento de élite que dejó con la boca abierta a más de tres: Schwarzenegger prepara "ensalada amigos" al lado de Lulú Pedraza.

Arnold Schwarzenegger atraviesa el estómago de un joven vestido de punk con su puño derecho que sale ensangrentado al otro lado de su anatomía porque no le quiso proporcionar su ropa; Arnold pone un gesto todavía más inexpresivo cuando un hombre de color, pistola en mano le dice “vete al infierno” y le responde impávido “vete tú, idiota” antes de asesinarlo a tiros como si cualquier cosa; Arnold mata y golpea.
Y sí, Arnold Catorce Letras prepara ensalada junto a Lulú Pedraza y se saca de la manga que prepara una “ensalada amigo”, porque está preparada con lechuga, espinacas, fresas y frambuesas, ingredientes mexicanos y californianos, que según dice representan una metáfora de la amistad entre estados y naciones.
Algunos rieron y otros pusieron gesto de inspiración, como de héroe nacional en monografía mirando hacia los ideales.
“Esto no puede estar pasando”, más de un reportero se repetía.
A Federico Fellini le da ahora por manejar logística de funcionarios, o simplemente el Terminator y Comando se están aburguesando por mero placer.
Ya desde su inicio, el evento tendía hacia lo bizarro: un grupúsculo no mayor de 200 personas se placeaba por los salones Estados Unidos, Canadá y México en nivel más alto de Cintermex, iban de traje, las mujeres de vestido de cocktail y de todos lados brotaba el tinto, el blanco, el sushi, todo tan importando que hasta la cerveza era estadounidense.
También los idiomas iban y venían, algunos hombres y mujeres cambiaban con más facilidad del inglés al español que del agua embotellada a la copa de lo que fuera, mientras se preguntaban de qué demonios trataría el encuentro.
Nadie lo sabía con exactitud, ni los comerciantes, empresarios de todo tipo o representantes de restauranteros en el salón tenía certeza del motivo que justificaba su presencia ahí.
“No me preguntes, yo no se nada”, se escabullía un integrante de cámara al preguntarle el fondo de lo que estaba por suceder, “no entiendo qué hacemos aquí, no lo entiendo”.
Y como si le faltara más surrealismo a ese “Discreto Encanto de la Burguesía”, la nota llegó antes de que el evento sucediera: una agencia informativa internacional publicaba que Schwarzenegger se había encontrado con el gobernador Natividad González Parás en Palacio de Gobierno, que habían comido en el Museo de Historia y que después, había participado en un programa televisivo de cocina, acompañado de una famosa chef local... Su nombre era Lulú Pedraza.
La incredulidad no cabía en los rostros, pero si se tomaba en cuenta que los gafetes de staff y de prensa portaban la imagen idealizada del Catorce Letras con paisajes californianos de fondo y ostentando tremenda aureola cual personaje bíblico, una especie de Jesucristo modernizado y armado hasta los dientes que en vez de referirse a los romanos con el “no saben lo que hacen” se refiere a los ilegales con un “no saben lo que les espera”, entonces no había por qué hacer tanto escándalo.
San Arnoldo Suárez Pérez, ruega por nosotros, y qué más da que el evento se publique antes de que suceda; después de eso, ya todo era posible.
Por eso ya no causó tanta extrañeza cuando Conan el Bárbaro arribó al lugar y arrancó su discurso recordando su tiempos de actor, cuando conoció México filmando películas.
Que si Vallarta, que si algún desierto, alguna ciudad. Hasta se dio el lujo de recitarlas una a una: Conan The Destroyer, Total Recall, Colateral Damage, y Predator.
Para entonces ya todo se valía, desde el conductor de televisión local que hizo de maestro de ceremonias y a quien nadie le avisó que aunque el evento lo financiaba el gobierno de California, la mayor parte de los presentes hablaba español y con todo, lanzó un largo discurso en el idioma del invitado; o la pareja discutiendo sus problemas personales entre la prensa y el sushi, los empresarios que no sabían qué hacer ni dónde.
Una larga escena que por encima de todo sólo llevaba a una idea: el absurdo, el abusrdo cuya plenitud se dimensionó cuando Lulú Pedraza apareció en escena y preparó junto al gobernator ya no una ensalada de lechuga y espinaca, sino de cocina y asuntos internacionales, pues de algún modo consiguieron unir los temas en una sola conversación sin que se les salara la receta. Extrañas conversaciones.
Así, sería un cliché decir que al “Llámame Comando” sólo le faltó despedirse de la concurrencia con un “Hasta la vista, baby” o un “I will be back”; para el contexto más apropiado habría sido un “Me voy con mi perro andaluz a vivir la dolce vita, dice mi reloj blando que ya es la hora”.

Crónica por Antonio Argüello
Milenio Diario de Monterrey
11 de noviembre de 2006